Palimpsesto

Porque toda idea se construye sobre la base de una anterior

lunes, 3 de marzo de 2014

Resultados #ECE2013: primeras reacciones

Una vez más, la Unidad de Medición de Calidad (UMC) del Ministerio de Educación nos entrega en "tiempo y forma" los resultados de la evaluación censal a estudiantes. A diferencia de otros años, el Minedu optó por publicar los resultados generales en El Comercio (sin la habitual conferencia de prensa) y luego la UMC colgó en su página WEB información desagregada de los resultados.  

En general, las noticias son buenas. Una mejora siempre es una buena noticia. Sin embargo, los niveles en el rendimiento académico de los estudiantes peruanos aún están por debajo de lo deseado. Hay asuntos pendientes que atender y evaluaciones que hacer. 

En primer lugar, hay que destacar las mejoras. En el promedio general nacional, tanto en comprensión lectora como en matemáticas, se muestra un incremento significativo del porcentaje de estudiantes en el nivel de logro esperado.

Comprensión lectora - Nacional  

Matemáticas - Nacional


En segundo lugar, hay algunas tendencias que deberían llamarnos la atención. Se trata de la disminución promedio del rendimiento de los estudiantes provenientes de la educación privada.

Comprensión lectora - Nacional (público y privado)

Matemáticas - Nacional (público y privado)

Finalmente, en el tema de EIB, poco más del 50% de los estudiantes se ubican en el grupo más bajo de logro en la prueba de Comprensión lectora en castellano como segunda lengua. 

Comprensión lectora en Castellano como Segunda Lengua 



¿Qué posibles explicaciones tienen estos resultados?

  1. La estrategia de acompañamiento docente es bastante más efectiva que las capacitaciones masivas impulsadas en la décadas anteriores. Esta manera de acercarse a la formación en servicio es una de las más importantes lecciones aprendidas de las reformas de la década de los años noventa.
  2. La calidad educativa de la oferta privada requiere ser regulada de alguna forma. Ni el mercado, ni la autorregulación parecieran ser eficientes según los resultados exhibidos en los últimos años. 
  3. Las decisiones tomadas por el gobierno de Alan García sobre la educación intercultural bilingüe y la educación rural pasan la factura. Durante el quinquenio 2006-2011 no solo "desapareció" la formación docente EIB, sino que se cancelaron los proyectos dirigidos a las zonas rurales.

Toda reforma (o intento de ella) tiene una hipótesis de mejora. Una presunción de por donde deben ir las decisiones para obtener los mejores resultados. Durante las llamadas reformas tecnocráticas de los años 90 (algunos las llaman también reformas neoliberales) la hipótesis de mejora consistió en mejorar insumos para mejorar productos, al amparo de un enfoque particular de calidad educativa.



Aun cuando las evaluaciones latinoamericanas mostraron los límites, pues sirvieron para ampliar la cobertura pero no para ofrecer calidad y menos equidad, en el Perú se mantuvo la misma idea desde los años 90 durante los gobiernos de Alejandro Toledo y, con más énfasis, en el de Alan García.

El camino de reformas emprendido por la Ministra Patricia Salas y felizmente sostenido por el Ministro Jaime Saavedra empieza a mostrar sus frutos, pese a quienes no creen en estas reformas. Ojala se mejoren los temas pendientes y se fortalezca el equipo del Minedu, quien es parte importante en estos cambios. Cambiar las hipótesis de mejora hacia el desarrollo profesional de los docentes y la búsqueda de la igualdad educativa son aciertos que muestran ya algunos frutos. 

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martes, 25 de febrero de 2014

Resistentes a la evidencia

A partir de la última CADE por la Educación, en mayo del 2013, se inició un debate sobre el papel de la iniciativa privada en la mejora de la educación del país. Este debate, se intensificó hacia finales de año. Probablemente entusiasmados por el cambio de ministro de educación, aparecieron (con mucha periodicidad) encuestas nacionales de opinión, artículos periodísticos y editoriales buscando influir en las autoridades y convencer a la opinión pública que la salida a los problemas de la mala calidad educativa del país sería entregar el servicio educativo a la iniciativa privada o a las apuestas público-privadas. 

Alfredo Torres, presidente ejecutivo de IPSOS Perú, invitaba al Ministro Saavedra en su artículo "La iniciativa privada en educación" a tomar en cuenta ciertas educativas privadas para tomar decisiones de política educativa. Las iniciativas descritas por Torres son exitosas (de hecho he colaborado en alguna de ellas y he evaluado otras), pero tienen sobrevolando sus cabezas el tema de "escala". Y en relación al éxito del "modelo" Fe y Alegría como iniciativa de alianza público-privada sería interesante preguntarnos si los logros evidentes de esas escuelas son atribuibles solo al modelo o acaso se debe al tipo de institución con la que el Estado se alía. ¿Acaso todas las instituciones privadas tendrán la mística, el compromiso y la calidad de Fe y Alegría?

En ese mismo artículo, mientras que Torres sostiene que:  
"La publicación de ránkings de escuelas en cada provincia llevaría a un esfuerzo conjunto de maestros, padres de familia y alumnos por mejorar sus resultados en la siguiente medición."
El investigador principal de GRADE, Santiago Cueto, respondía en su artículo "La competencia como motor para mejorar la educación: un voto en contra" que:
"En Fe y Alegría lo que prima es la solidaridad, más que la competencia."
Otro artículo de Fritz Du Bois, director de El Comercio, fue respondido por el periodista Santiago Pedraglio en su columna del diario Perú 21. Pedraglio empieza su artículo afirmando que:
"Se equivoca Fritz Du Bois cuando en su columna de El Comercio (22.12.2013) concluye que “Al final de cuentas, el desastroso manejo de la educación pública durante décadas ha sido compensado por la intervención del sector privado”
Otras editoriales y artículos siguieron en la línea de defensa de la educación privada. Hace algunas semanas, Juan José Garrido Koechlin, director de Perú 21, sostuvo en su columna diaria que:
"Ojalá veamos pronto un destello de luz; llevamos demasiado tiempo en este túnel estatista y asfixiante que prometió aquello que, claramente, no ha podido cumplir." 
Las evidencias mostradas sobre la educación privada y la comparación de esta con la oferta estatal son claras. La oferta privada es heterogénea. Coexisten en dicha oferta educación de buena y mala calidad. La escuela privada no es buena por el solo hecho de ser privada y, de hecho, hay zonas donde la oferta estatal obtiene mejores resultados que la privada.

El Ministro de Educación, Jaime Saavedra, ha sido claro. En una entrevista publicada en El Comercio en diciembre del año pasado confirmó la decisión de su gestión por impulsar la educación pública y recordar que la oferta privada es heterogénea.
"Lo que tenemos que cambiar es la lógica de que al colegio público va el que no puede pagar y que al privado va el que sí puede. El sector privado es muy heterogéneo, hay colegios de élite y colegios particulares de mala calidad. La etiqueta de privado no garantiza que la educación sea mejor."
Seguramente en pocas semanas, como desde hace varios años, tendremos los resultados de las evaluaciones censales de estudiantes que realiza el Ministerio de Educación. Que estos anuncios sean una nueva oportunidad para atender los asuntos urgentes como las desigualdades educativas que hace poco Hugo Ñopo, economista líder del BID, mostró en su post "Próxima estación: menos desigualdad"; y la necesidad de mejorar la educación, pública y privada, bajo el liderazgo del Ministerio de Educación.

Abandonar (al menos a veces) la doctrina para adentrarse en el conocimiento es un ejercicio interesantes e incluso gratificante. Quedan todos invitados.   
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jueves, 6 de febrero de 2014

La campana (rajada). Los 50 años del IEP

Cada vez que suena la campana del patio de la casa de Horacio Urteaga se inicia una marcha particular. Todos —más o menos cansados, más o menos entusiasmados— caminamos hacia la Mesa Verde convencidos que hay algo que escuchar, que hay algo que decir. Y es que en el IEP, el tañido de la campana se convierte en un llamado al encuentro. Algunos nuevos investigadores y visitantes advierten que la campana está rajada y alertan. De manera automática se escuchan las voces de respuesta que al unisono dicen: "Está así hace años". Nadie debe saber con certeza desde cuando está así y es posible escuchar, a la sombra del suche, varias hipótesis sobre el tema y también algunas posibilidades de solución. No importa. La vieja campaña rajada suena para avisarnos que es tiempo para discutir de la actual coyuntura política, de los resultados de una investigación o del diseño de un nuevo proyecto.

Y es que eso es para mí el IEP. Un espacio en permanente tensión, creativa y retadora, entre "lo de antes" y "lo de mañana". Entre seguir siendo lo que somos y construir lo que queremos ser. Entre el recuerdo del viejo proyecto "Perú Problema" y la expectativa por el nuevo programa institucional "Estado y Sociedad en el Perú de Ingreso Medio".

Ya hay varios y muy buenos balances sobre la producción académica del IEP y el impacto de esta en la vida nacional. Probablemente luego preparé alguno sobre la contribución iepina a la reflexión educativa en el país. Pero ahora, con genuina actitud celebratoria, solo quiero compartir la felicidad, el orgullo, el reto y la responsabilidad que significa cada semana tomar el café de los lunes (para los comentarios políticos de rigor) con Julio, el "moin moin" tempranero a Golte (y a veces tempranero a Ludwig), las consultas a Vicky en la biblioteca, la conversa sobre todo y desde la ventana con Pati Z., otro (rápido) café con Carolina para un salpicado de coordinaciones, el intercambio sobre el Estado en el pasillo con Romeo (perturbando el silencio de Ramón), un pucho (antes) en la oficina de Camsi para ponernos al día, nuestro proyecto trunco (parece que ya no más) sobre indígenas con Marisa, de tanto en tanto un veloz (y racional) análisis político con Tanaka y las largas conversas con Natalia, Caro de Belaunde y Mariana solucionando la educación (y a veces la vida). 

En esos cafés, en esos pasillos, en esas Mesas emergen nuevas ideas, desaparecen otras y se confirman algunas. En cada una de esas conversas aprendemos y enseñamos; nos peleamos y nos amistamos; acertamos y nos equivocamos; buscamos nuevas pistas y también regresamos a las viejas fórmulas. Pero una idea permanece tercamente en cada uno de esos espacios: ¿qué nuevas preguntas necesitamos para comprender mejor al Perú?

Así, como la vieja campana rajada, seguimos siendo lo que somos. Criticamos y nos criticamos. Permanecemos a la vez que cambiamos. Buscamos ser más auténticos. Desafiamos el tiempo.

¡Felices 50 años IEP!
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sábado, 25 de enero de 2014

La protección a los niños… primero y siempre

Durante esta semana, el portal corresponsales.pe publicó la solicitud hecha al Ministerio de Educación (Minedu) para obtener información sobre los resultados de las evaluaciones censales de estudiantes (ECE), con la finalidad de conocer la calidad educativa por colegio. El Minedu siguiendo un protocolo de protección de la información, le solicitó a Aramis Ramos, coordinador general de Corresponsales, firmar un compromiso de buen uso de la información que consiste en salvaguardar la identidad de los colegios evaluados. Corresponsales consideró que el Minedu incumple la ley de transparencia y acceso a la información pública, pues dicha ley no contempla restricciones.

Esto generó una rápida reacción de algunos especialistas en educación quienes manifestaron su preocupación sobre el tema. Esta es una vieja discusión en el campo de la educación y los consensos alrededor del tema son que la publicación de resultados por escuelas (y peor por estudiantes) trae más problemas que beneficios.
Manuel Bello Domínguez
Los resultados de una prueba en 2do. grado no son un buen indicador de la calidad de los colegios. Los resultados dependen de varios factores, escolares y extraescolares. La calidad educativa es un asunto complejo, que tiene que ser manejado con cuidado; la competencia y las lógicas de mercado no son convenientes para asegurar calidad y equidad en educación. La publicación de rankings de escuelas ha tenido efectos nefastos en los sistemas escolares de otros países. La UMCE debe mantener su política de entregar al público resultados generales y a cada escuela sus resultados comparativos con años anteriores y con promedios de escuelas similares o de su ámbito geográfico. El Estado tiene la obligación de asegurar la calidad de la educación que se ofrece a todos los niños y niñas; no es su rol promover la competencia ni menos propiciar la descalificación de escuelas cuyos resultados bajos pueden responder a factores ajenos a su control.
Responder · 5 · Ya no me gusta · Seguir esta publicación · 23 de enero a la(s) 14:29
Ricardo Cuenca · Lima
Los sistemas estandarizados de evaluación estandarizada del rendimiento de los estudiantes fueron creados para monitorear el sistema educativo y así tener información para la toma de decisiones de políticas públicas, para generar diagnósticos pedagógicos que ayuden a los docentes a mejorar los procesos de enseñaza y aprendizaje de los estudiantes, y para que la escuela (directores, docentes) puedan rendir cuenta a los padres de familia. La idea publicar los resultados desagrados por colegios no ha traído buenas noticias. Primero no genera ningún cambio en los resultados. Segundo se corre el riesgo que las ventajas de las evaluaciones se perviertan al generar rankings que no producirán sino frustración entre los estudiantes y desresponsabilización de los docentes (como reacción frente al ataque). La competencia que se genera en condiciones desiguales no es competencia. Las escuelas con peores resultados serán siempre las más pobres. ¿De qué le vale a los padres saber que su hijo tiene peores resultados que los que obtienen los estudiantes de una escuela a la que no podrá acceder?
Responder · 7 · Me gusta · Cancelar la suscripción a esta publicación · 23 de enero a la(s) 14:50
Leon Trahtemberg · Sigues a esta persona · Universidad Hebrea de Jerusalem · 3231 suscriptores
Comparto las mismas preocupaciones expresadas por Ricardo y Manuel.
Responder · 2 · Me gusta · Seguir esta publicación · Editado · Ayer a las 6:43
La lista de reparos a publicar resultados por colegio es enorme. Cuidado com no jugar con fuego. Esto ya salió muy mal en Chile
Responder · 1 · Me gusta · Ayer a las 8:31
Por si acaso los reparos que señalamos los tres comentaristas no se refieren a no publicar resultados por alumnos sino además por colegio. Más adelante me extenderé mis argumentos.
Responder · 1 · Me gusta · Seguir esta publicación · Hace 21 horas
Cesar Guadalupe · Lecturer/Researcher en Universidad del Pacífico (Lima, Perú)
Sólo para sumarme a los comentarios de Manuel y Ricardo con los que coincido plenamente. Además, no me parece adecuado tratar de hacer una campaña sobre un tema erróneamente planteado.
Responder · 2 · Ya no me gusta · Seguir esta publicación · 23 de enero a la(s) 18:29

La discusión se orientó hacia el derecho de acceso a la información y legalidad de la transparencia. Algunos especialistas en estos temas fueron invitados por Corresponsales para emitir su opinión al respecto. Parece no existir duda en el asunto legal. Si la ley lo manda, el Ministerio de Educación tiene que acatar. No es mi intención entrar en interpretaciones legales que no conozco. Creo que el asunto no es de legalidad, sino de moralidad.

La restricción del MINEDU de entregar los resultados de las evaluaciones de los estudiantes forma parte de un acuerdo ético para proteger la situación de los estudiantes, en este caso, de niños de segundo grado de primaria. Pero además, la publicación de resultados desagregados por escuelas no traen todos los beneficios que supone difundir esa información. 

La razón principal de aquellos que buscan publicar los resultados es ofrecer información para que la sociedad y los padres sepan la situación de calidad educativa (sobre si es indicador de calidad o no preparé otro post. Por el momento, pueden revisar artículos en REICE y RIEJS). Los supuestos detrás son que los padres tendrán más y mejor información para que puedan elegir en libertad la escuela para sus hijos, y que la competencia, que generaría la información pública, logrará que el servicio educativo mejore. 

El primer supuesto es complejo y supondría una larga discusión filosófica y política sobre el sentido de la libertad. No obstante, es válido preguntarnos primero ¿si es verdad que la libertad opera en un contexto sin condicionalidades socioeconómicas y culturales? ¿Tienen las familias más pobres la libertad de cambiar de colegio a sus hijos? ¿Es la información de las evaluaciones de estudiantes de segundo grado de primaria en dos áreas curriculares específicas suficiente para ejercer la libertad de elegir? 

No obstante, allí donde hay argumentos mayoritariamente aceptados entre los especialistas en educación es que la competencia educativa no es un proceso que funcione correctamente, pues el mercado educativo es imperfecto.

Santiago Cueto escribió hace algunas semanas un artículo titulado "La competencia como motor para mejorar la educación: un voto en contra". Cueto sostiene ahí que instaurar la competencia como motor para mejorar la calidad de la educación se trata de una "idea atractiva, pero presenta varias dificultades."

Los objetivos de las evaluaciones estandarizadas son monitorear el sistema educativo para diseñar mejores políticas educativas, realizar diagnósticos pedagógicos para ayudar a los maestros a enseñar mejor y establecer procesos de rendición de cuentas de la escuela hacia los padres de familia. Estos son también acuerdos entre los especialistas. Vale la pena revisar este documento elaborado por los más importantes expertos en materia de evaluaciones estandarizadas.
"Es loable el afán de demandar al Estado transparencia en materia d difusión de resultados evaluativos. El problema -en un país con brechas enormes producto de situaciones socioeconómicas de injusticia ancestral- es qué hacer con esos resultados. Difundirlos masivamente no modificará la actual situación ni será aliciente para que los padres puedan "escoger" los centros donde debieran educarse sus hijos. Chile que es un país donde la evaluación educativa tiene larga data y cuenta con mayor institucionalización, repite cada año resultados que demuestran los mayores logros de centros privados y pobres resultados en centros municipalizados. La idea ministerial reciente de marcar con colores rojo, ámbar y verde los centros educativos generó críticas tan severas que tuvo que desecharse" (José Rivero)
La publicación de los resultados de las evaluaciones estandarizadas de rendimiento educativo por escuelas ocasionan sobre todo la estigmatización de las escuelas y los docentes, la preocupación de los padres y un enorme sinsabor de los estudiantes de esas escuelas. Como sabemos, los resultados educativos tiene una estrechísima relación con las condiciones socioeconómicas de las familias. La Unidad de Medición de la Calidad del Minedu entrega informes a las escuelas y los padres, verdaderos interesados en conocer los niveles de desempeño de cada uno de los estudiantes. A nosotros, la opinión pública, nos es suficiente conocer los resultados que año a año presenta el Minedu para monitorear lo que pasa con la educación en el país

Por eso es desde mi punto de vista no publicar la información de las evaluaciones por escuela es un asunto de moralidad, es decir de la puesta en práctica de un sistema normativo suprainstrumental que aspira a ordenar el comportamiento social, antes que de legalidad.

La protección a los niños está siempre primero.  
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domingo, 19 de enero de 2014

“La trampa de la trampa". Una respuesta a Juan Fernando Vega

Hace unas semanas, mi amigo Juan Fernando Vega publicó interesantes reflexiones en el blog "Universidad siglo XXI" de la dirección de asuntos académicos de la PUCP. En el post, titulado "Errores indeseados. Trampas del paradigma elitista en el debate universitario.", Juan Fernando sostiene que las críticas [negativas por cierto] sobre el crecimiento [desmedido, también por cierto] de la oferta universitaria supone una inclinación hacia posiciones cercanas a la idea de una educación universitaria elitista. Vega recurre a un conjunto de ideas aparecidas en una nota periodística en Perú 21, en declaraciones del Congresista Daniel Mora y en un artículo de Gustavo Yamada, Juan F. Castro, José Bacigalupo y Luciana Velarde publicado en la Revista Apuntes para concluir que:
"En realidad ambos argumentos asumen una idea común implícita (eso hacen los paradigmas): la educación universitaria debería conservar el carácter que solía tener: ser reservada a unos pocos con altas capacidades (paradigma elitista)."
Juan Fernando propone "darle la vuelta" al supuesto; es decir, reconocer que el camino a la universalización de la educación universitaria es el deseable y el necesario, y que, por lo tanto, la restricción de la oferta no tiene sentido. 
"Si cambiamos el supuesto y decimos que es necesario e inevitable universalizar la educación superior, y que esto implicará la práctica universalización de la educación universitaria (paradigma universal o inclusivo), ambos argumentos pierden razonabilidad."
Juan Fernando se plantea preguntas interesantes sobre la gratuidad de la educación superior, la articulación de la educación universitaria y técnica, y la diversificación de la oferta. Sin embargo, Juan Fernando se equivoca en su argumento sobre la mayor importancia que debiera tener la expansión (apelando al derecho a la educación) frente a la calidad que esta expansión exhibe. Postula una premisa contradictoria. Reclama calidad, pero desconoce que la expansión desordenada y desregulada trae consigo un deterioro de la calidad. Se apresura en suponer que “El efecto no deseado de estas soluciones [restringir la expansión] es que se congelaría la oferta”. Así muchos se quedarían sin oportunidades de estudio.
                                                    
La tensión entre la democratización del servicio educativo y la precarización de la calidad en contextos de expansión universitaria es un tema de preocupación latinoamericana que tiene varios años. El IESALC, CINDA, Claudio Rama, Emilio Gautier o José Joaquín Brunner han reflexionado sobre el tema y grosso modo han concluido en que los beneficios de la expansión del sistema universitario será en efecto positivo si el servicio ofrecido es de calidad; es decir, democratizar con calidad.

En el Perú, es evidente el problema de la calidad del servicio universitario [se puede revisar el post anterior]. Alrededor del 38% de la matrícula universitaria está concentrada en 10 universidades, de las cuales 8 están ubicadas en los puestos inferiores de cualquier ranking elaborado en el país o son aquellas que cuentan con los menores números de publicaciones científicas, docentes con grados académicos altos, etc.


Pero además, Vega deja entrever una posición conservadora y tradicional sobre la calidad educativa. Esa que establece que primero se debe asegurar la ampliación de la cobertura para luego buscar calidad, a partir de las leyes del mercado o de la autorregulación. Las evaluaciones de las reformas educativas emprendidas en los años noventa bajo este enfoque han determinado que esa “formula” no funciona. Ampliación de cobertura sin calidad no tiene sentido, castiga a los más pobres y no cumple con la movilidad y mejora que la educación promete. En el caso de la educación superior, el problema se agrava porque en este nivel no hay marcha atrás. Una persona formada en una institución de mala calidad solo contribuirá a incrementar las tasas de subempleo profesional o, peor aún, la informalidad en el país.

Juan Fernando hace una tímida mención al problema de la calidad. Afirma que: “Por supuesto, esto no implica que nuestro argumento no contenga riesgos indeseables. [Se refiere a la universalización]. Incluso en una lógica de universalización será necesario asegurar la calidad de los servicios prestados.” No obstante, a la luz de los resultados, el problema de la calidad no es un “riesgo indeseable” es el principal problema que hay que enfrentar. Debiera ser la mayor preocupación. Una salida [propuesta por Juan Fernando y por el propio Consejo Nacional de Educación] es la instalación de un sistema que integre lo universitario y lo técnico. Pero eso no alcanza. Se requiere regular la calidad del servicio educativo y es en ello donde la discusión sobre la Superintendencia Nacional de Educación Universitaria cobra sentido.

El reto, Negro, está en como sacarle provecho a la democratización de la educación superior. La trampa no es paradigmática. La trampa está en creer que el orden correcto es expandir y luego cuidar la calidad. De esa trampa ya hemos tenido bastante y estamos ahora pagando sus consecuencias.
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sábado, 11 de enero de 2014

¡Al debate!... con ética del discurso

Como parte de su teoría de acción comunicativa, Jürgen Habermas sostiene que la interacción comunicativa —aquella que contribuye a sostener la democracia—  requiere que cada individuo sea capaz de plantear sus ideas, bajo la premisa que estos planteamientos están sujetos a refutaciones y son susceptibles de ser modificados (enriquecidos) por un “otro” (distinto) que es reconocido como un interlocutor válido. En esta interacción el “mejor argumento” es la única restricción posible.

A un mes de aprobado el dictamen de la Ley Universitaria por la Comisión de Educación, Juventud y Deporte del Congreso de la República, el inicio de una conversación parece haber llegado. Hay una tregua en la despiadada batalla plagada de agresiones, de descalificaciones de personas, de posturas doctrinarias, de intereses particulares. Y aun cuando hay algunos políticos, rectores y funcionarios que apuestan tercamente en petardear el debate, grupos de estudiantes, algunos periodistas y gremios, algunos profesores universitarios y especialistas intentan abrir el camino de la discusión.

Uno de estos actores que han entrado al debate son los estudiantes. Por el momento, han intercambiado algunas ideas representantes de la Federación de Estudiantes del Perú (FEP) y de la Federación de Estudiantes de la Pontifica Universidad Católica del Perú. Ambos grupos coinciden en la eliminación del lucro y la necesidad de asegurar la autonomía de la superintendencia nacional de educación universitaria (SUNEU). Por su lado, la FEP ha convocado a otras federaciones de estudiantes a una Asamblea General de Dirigentes Estudiantiles (ANADES) para el 31 de enero y la FEPUC ha presentado una propuesta de modificación de artículos del dictamen.

Por otro lado, la Federación de Instituciones Privada de Educación Superior (FIPES) anuncia que presentará una propuesta de modificación de artículos y los congresistas Yohny Lescano y Karla Schaefer han presentado dictámenes en minoría.

Al seguir el debate (aun precario y elemental en consideración a Habermas) es posible darse cuenta que el origen de "todas las iras" está en quién regula qué calidad: ¿autorregulación institucional?, ¿el mercado? ¿una institución del Estado? ¿educación para el mercado laboral o para el conocimiento y la ciencia? ¿para ambos? ¿en qué medida cada uno de ellos?

Las propuestas para solucionar la regulación de la calidad deben liberarse de intereses particulares y anacrónicas doctrinas. Ni los mecanismos de aseguramiento de la calidad, ni las instituciones responsables de implementarlos están funcionando. Luego de más de 10 años, de las 84 universidades autorizadas por CONAFU, 64 funcionan con autorizaciones provisionales y el CONEAU solo ha podido acreditar 8 carreras de todas las que se ofrecen en las 140 universidades que existen en el país actualmente.

La situación es urgente, el debate tiene que estar a la altura para que las decisiones sean las mejores. Por ello los argumentos y la evidencia deben ser el centro de la discusión. Colocar la calidad por encima de intereses y doctrinas es una buena salida; como también lo es empezar considerando que el "otro" también existe.

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viernes, 3 de enero de 2014

"Es mejor tener algo (una universidad de mediana calidad) a no tener nada"


Está frase forma parte de la nota que el periodista Ricardo Monzón Kcomt publica hoy en Perú 21. Este desatino, por increíble que parezca, pertenece a Luis Enrique Carpio, presidente del Conafu, quien justifica así el ineficiente trabajo que realizan en las autorizaciones de funcionamiento para nuevas universidades.

“Nosotros no estamos infrigiendo ninguna ley (al crear universidades)… Es mejor tener algo (una universidad de mediana calidad) a no tener nada, porque no creo que a un joven pobre le vas a decir que la alternativa es: o tienes estudios de calidad o no tienes nada”

Es tan correcto aquello que dice respecto al irrestricto cumplimiento de la ley, como irresponsable el mensaje que da a los jóvenes pobres.

El tema de calidad educativa es fundamental para el desarrollo del país. Mientras otros países avanzan en esta discusión, doctrinas e intereses nos entrampan y nos dirigen al despeñadero. No me cansaré en decir que progreso no es desarrollo, que crecimiento económico no es desarrollo.

“Distraídos por la búsqueda de la riqueza, nos inclinamos cada vez más por esperar de nuestras escuelas [y universidades] que formen personas aptas para generar renta en lugar de ciudadanos reflexivos. […] ¿Qué nos encontraremos en el futuro si estas tendencias se prolongan? Pues tendremos naciones enteras compuestas por personas con formación técnica, pero sin la menor capacidad para criticar a la autoridad, es decir, naciones enteras generadoras de renta con la imaginación atrofiada.” Nussbaum, Martha. (2010). Sin fines de lucro. Por qué la democracia necesita de las humanidades. Buenos Aires: Katz, p. 187.

Esto también es calidad. ¡Qué lejos estamos! 

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